miércoles, 7 de marzo de 2012

CRÍTICA DE "EL ÁRBOL DE LA VIDA"

The tree of life (2011)
Dirigida por: Terrence Malick
Música: Alexandre Desplat
Reparto: Brad Pitt, Jessica Chastain, Sean Penn, Fiona Shaw, Hunter McCracken...

Argumento: Durante la década de los 50 en Estados Unidos asistimos al dia a dia de Jack, un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre representa el amor y la ternura, su padre encarna la severidad y hostilidad frente al mundo. Ésta etapa de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta, alternándose con hermosas evocaciones oníricas y una retrospectiva cósmica sobre el ser humano frente a Dios.


                                                           MALICK: RAICES Y PUNTAS
                                                                      Por Alejandro Chacón Ruiz.

Es la misma Madre Tierra la actriz fetiche en la filmografía de Terrence Malick. Es la célula, la matríz...el vientre que porta y aborta.
Es un hecho patente en "Malas tierras", "Dias de cielo"...y en el relato que nos ocupa, por supuesto.
"El árbol de la vida" es un big bang achatado por los polos de la inabarcable, incomprensible subjetividad del autor.
 
Hay en el filme una elasticidad congruente de la humanidad, vista a través de planos imperfectos que se resuelven en retazos de apabullante honestidad narrativa.
Malick ha construido un cubo de rubik descomunal en el que pasado y presente son dos puntos geográficos donde el tiempo y el espacio convergen y divergen aleatoriamente, regalándonos contrastes de interesante plasticidad: la ciudad es gris, un ciclón colosal de ventanas y metal...y en medio, peregrino, surge algún árbol famélico que es a su vez pulmón y destello de la memoria.
Pues en efecto, Malick ha rodado un National Geographic de la memoria, es más, de la idealización de la memoria.

Pero por encima de todas estas cosas, "El árbol de la vida" nos susurra acerca del peso de Dios frente a la relatividad del hombre. El realizador filma la creación que justifica la procreación, para volver a ese vientre que es el primer hogar, un acogedor refugio acuático.
El espectador asiste atónito ante el soliloquio de una supernova, siendo testigo de una personalísima retrospectiva cósmica de la supremacía, la piedad y el amor distorsionado y mal cicatrizado.
La película perfila ese interrogante antediluviano, atemporal y universal que está arraigado a la pérdida y la desesperanza, donde por mucho que las eras, épocas y siglos lo hayan gritado, jamás se ha conocido respuesta...y Malick sabe que es un silencio en boca de todos.

El problema, una vez más, tiene su raíz en las puntas de una óptica de excesiva intimidad: Malick, al igual que el pequeño protagonista, es un niño que dejó de jugar para dedicarse a pensar y sólo pensar. "El único modo de ser feliz es amando"...Malick ama el cine, su cine...pero no siempre es portador de felicidad.
Hay una virtud inmensa que muda en grandilocuente poema dislépsico que reune, para variar, los aciertos y desaciertos de su gestación fílmica.
Y por muchas vueltas que le demos, por estas tierras, "moja sobre llovido".

NIVEL DE VICIO: 7


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