viernes, 22 de junio de 2012

CRÍTICA DE "LA PIEL QUE HABITO"

La piel que habito (2011)
Dirigida por: Pedro Almodóvar
Música: Alberto Iglesias
Reparto: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Bárbara Lennie, Jan Cornet...

Argumento: Un reconocido cirujano, el doctor Robert Ledgard experimenta sus descubrimientos sobre los injertos de piel con una joven a la que ha secuestrado y encerrado en su casa. Pero su víctima esconde un secreto que les une de forma autodestructiva.


                               EL CINE QUE HABITO...QUÉ HÁBITO DE CINE!
                                                                       Por Alejandro Chacón Ruiz.

La alteración (o alternación) sexual no es un leitmotiv nuevo en el cine Almodovariano. La sexualidad oculta se hace física y el sexo físico se oculta, como una transgresión camaleónica que nace del trauma pasional, vital o amoroso. "La piel que habito" no es un paso más, es el paso definitivo que ha dirigido el manchego para "transexualizar" su cine. Almodóvar hace con su película lo mismo que Ledgard experimenta con Vera: colocar una piel nueva sobre las carnes deliciosamente abiertas de su filmografía. El nuevo tejido retiene entre sus poros el sudor malsano del thriller, un sudor que se traduce en resultado turbador, sobre todo en la segunda mitad de la cinta. Y es así, Almodóvar nunca había estado tan turbador...tal vez más retorcido o imposible...pero nunca tan turbador.

Sin embargo ésta nueva piel es inmune a las sensaciones cotidianas de su cine: no nos quema amorosamente el exceso, ni nos ciega el chillido hortera, ni siquiera hay una troupe reconocible, ni ese maniqueísmo que disfraza lo patético con un humor campechano y deshinibido. Almodóvar se ha deshabitado.

Pero bajo toda piel viva sigue corriendo sangre. Una sangre arraigada a ciertas concesiones inimitables (los chascarrillos con forma de Agustín Almodóvar & Co) y perfectamente reconocibles (los acordes de Alberto Iglesias, el extrevagante minimalismo de los interiores que contrastan con exteriores cuasi selvático-orgiásticos), incluyendo un devaneo por la autorreferencia (onanismo que ya practicó sin cortarse un pelo en "Los abrazos rotos") que se plasma en la escena en la que el hijo brasileño de Marilia viola a Vera-una revisitación de cierta secuencia de "Kika"- y sobre todo hacia "Átame", con Banderas como secuestrador de una Elena Anaya puntualmente mimetizada en Victoria Abril pero sustituyendo las cuerdas y mordazas por dermis y epidermis a modo de cadenas y candados.

De todas formas, lo más llamativo en "La piel que habito" es la rocambolesca profusión de la justicia poética, algo que voy a resumir (para evitar spoilers cantosos) en una sencilla ecuación matemática: Vicente ataca a Norma + Vera observa de forma hipnótica un documental donde un tigre caza a un cervatillo + Zeca (tigre) ataca a Vera = jamás una pescadilla se mordió la cola con tanto estilo.

A fin de cuentas, Almodóvar no hay hecho una película ni mejor ni peor, ni más buena ni más mala...pero en la hazaña, parece haber cedido su maestría en hacer cine por la osadía de ejercer la "cineplastia".

NIVEL DE VICIO: 6'5

martes, 29 de mayo de 2012

CRÍTICA DE "SÓLO UNA NOCHE"

Last night (2010)
Dirigida por: Massy Tadjedin
Música: Clint Mansell
Reparto: Sam Worthington, Keira Knightley, Guillaume Canet, Eva Mendes, Griffin Dunne...

Argumento: Un joven matrimonio debe permanecer separado durante todo un dia a causa del viaje de negocios que debe realizar el marido. Mientras él viaja con una atractiva compañera de trabajo, su esposa se reencontrará con un antiguo novio francés. Será una jornada de múltiples descubrimientos y redescubrimientos.


                          FIELES A LOS INSTINTOS, INFIELES A LOS PRINCIPIOS
                                                                      Por Alejandro Chacón Ruiz.

"Sólo una noche" es una de esas películas de silencios contemplativos, donde el espectador atrapado se convierte en confidente pasivo, como un testigo en la sombra de miradas que hablan, suspiros que gritan y divagaciones palpables, casi táctiles. Massy Tadjedin tiende en la cuerda floja de su espectáculo intimista los trapos sucios que cualquier pareja puede esconder detrás de su puertas, mentes o corazones.

Navegando entre los lánguidos acordes de Clint Mansell, los actores se desenvuelven a un nivel más que correcto, con un Sam Worthington adoptando un avatar cercano y de atractiva vulnerabilidad, una Keira Knighley bastante expresiva y muy por encima de la media habitual frente a ese Guillaume Canet arrebatador y la guapa Eva Mendes ejerciendo de un espíritu libre digno de invocar una y mil veces.

La realizadora sabe envolver cada minuto del metraje con un halo introspectivo que, curiosamente, se percibe más como logro plástico que como acierto de guión. Hay antesalas prometedoras que desembocan en situaciones no muy bien condimentadas, donde la sensualidad se reduce a un mueca sugerente y el romanticismo presuntamente exaltado acaba siendo asaltado por la rutinaria linealidad. Un desatino malencarado que contaba con una vistosa baraja de palos ganadores: la exposición de los celos como consecuencia de una culpabilidad encubierta, el amor transformado en acto de resignación y sobre todo, la relatividad del engaño, de la traición dentro del matrimonio. Tadjedin abre un debate potencial sobre los cuernos físicos y los cuernos platónicos, esa infidelidad que se anhela pero no se consuma, o esa fidelidad incombatible hacia los instintos que no merman un ápice el amor más puro.

"Sólo una noche", entre sus costuras, va hilvanando la materia prima, el bruto primitivo de toda relación humana: la simpleza del sexo frente a la compejidad del amor. O viceversa...Y entre tanto vaivén de emociones, nos sorprende el regalo interpretativo de Griffin Dunne, cuya presencia resume la jornada con una expresión a la altura de las circustancias: jó, que noche!

NIVEL DE VICIO: 6


miércoles, 16 de mayo de 2012

CRÍTICA DE "ALMAS CONDENADAS"

My soul to take (2011)
Dirigida por: Wes Craven
Música: Marco Beltrami
Reparto: Max Thieriot, Zena Grey, Denzel Whitaker, Frank Grillo...

Argumento: En la localidad de Riverton circula una leyenda urbana que cuenta como un monstruoso psicópata murió la noche en la que siete niños acababan de nacer y que el asesino juró volver de la tumba para acabar con ellos. Han pasado 16 años y en Riverton comienza a haber misteriosas desapariciones.


                                                        EL TERROR COMO ANÉCDOTA
                                                                        Por Alejandro Chacón Ruiz.

Wes Craven siempre ha sido un realizador que se ha movido entre el thriller y el cine de terror, si exceptuamos el correctito drama "Música del corazón"(1999). "Almas condenadas" podría considerarse la segunda excepción de Craven dentro de su extensa filmografía...pero aunque el bruto del filme se desenmarca del género fantástico por numerosos motivos, es cierto que la anímica esencia de la propuesta debe obligarnos a incluir a ésta historia dentro de la especialidad del director.
 
Falta de inspiración, agotamiento creativo, dispersión absoluta y repentina, desorden de prioridades (en favor del rodaje de "Scream 4")...es casi imposible dilucidar los motivos exactos por los que Wes Craven ha perdido el norte con este amago de slasher sobrenatural. Es realmente curioso (muchos dirán que indignante) que "Almas condenadas" sea, fundamentalmente, una película de adolescentes que oscila entre lo pintoresco (el maniqueísmo de personajes es de un grosor chirriante), lo autoparódico (atributo familiar para el cine "craveniano") y la superficialidad verborreica.
 
Y es éste último término el dominador absoluto de la función: los personajillos hablan, conversan, discuten, se rallan, nos rallan...mientras el metraje pasa y pasa. Lo que sucede en éste título acaba siendo inaudito, no solo para los seguidores de Craven, sino para los aficionados al cine fantástico en general. Si la saga "Scream", por ejemplo, se caracteriza por ser un slasher puro y duro con los concisos y necesarios insertos de propuesta "teenager", lo de "Almas condenadas" aparece en las antípodas, es decir, un filme de adolescentes donde el terror es el cameo de turno o la anécdota que rompe el equilibrio argumental.
 
Sin embargo, para ser cien por cien honestos con el público, la esencia debe prevalecer (aunque solo sea por mera objetividad) sobre la plomiza realidad de la historia: hay un prólogo oscuro e interesante, una secuencia de doble asesinato en un bosque bien acometida y un desenlace (mareante y extenuantemente largo) lleno de falsos culpables y pequeños sustos destinados al más merecido resarcimiento que, en conjunto, obligan a catalogar a "Almas condenadas" como película de terror.
 
Pero, aunque dicen por ahí que la obligación está antes que la devoción, un crítico de cine se debe al público y, sobre todo, a su vertiente como espectador: y, señores, lo nuevo de Wes Craven no da miedo, y, lo más terrible, tampoco lo pretende.

NIVEL DE VICIO: 2


CRÍTICA DE "¡QUÉ DILEMA!"

The Dilemma (2011)
Dirigida por: Ron Howard
Música: Hans Zimmer, Lorne Balfe
Reparto: Vince Vaughn, Jennifer Connelly, Kevin James,Winona Ryder, Channing Tatum, Queen Latifah...

Argumento: Ronny y Nick mantienen una amistad incondicional desde que se conocieron en la universidad y además son socios en una empresa de diseño de automóviles. Un dia, el destino pondrá a Ronny en una delicada situación: será testigo de como la esposa de Nick le engaña con un atractivo joven. Las dudas acerca de contarle la cruda verdad a su amigo atormentarán al bueno de Ronny.


                                     DICOTOMÍA UNIVERSAL DE LA HONESTIDAD
                                                                       Por Alejandro Chacón Ruiz.

No tuvo que ser fácil para Ron Howard exponer en tono de comedia el doble filo de la verdad, una verdad que tranquiliza una conciencia para destruir una pareja, o lo contrario, un silencio que te mina por dentro mientras allá afuera la felicidad del ignorante se expande dolorosamente...arrastrándote a una complicidad irremediable y muda. Y esa complejidad envuelve perniciosamente al conjunto del filme.

No nos coje tampoco por sorpresa el escaso pulso que Howard tiene con la comedia (bien es cierto que otros géneros, se le dan bastante mejor...) y en "¡Qué dilema!" consigue bautizar un nuevo subgénero: la "no comedia". Es verdad que la vocación de la historia tiende a la risa, incluso a lo hilarante (Vaughn espiando a Tatum y Ryder, o la repentina pelea entre James y Vaughn, revolcándose por los suelos, en una sala de espera...) pero el realizador antepone el frenazo para ceder el paso al trasfondo dramático, incómodo, de farragosa moralina y titubeantes empatías de cara al público. Por decirlo de alguna forma, el gag tiende a congelarse abrúptamente y la diversión se queda en un interruptus desconcertante y no muy bien recibido.

Retomando las empatías, es justo decir que algunas de las situaciones que nos plantea la película son perfectamente reconocibles. Muy conseguida en este sentido la credibilidad que aporta el personaje de Vaughn, expuesto en pantalla como una segunda piel para muchos espectadores: un hombre que baraja hasta la extenuación conceptos como la lealtad hacia la amistad, el miedo a la traición, las medias verdades que terminan siendo mentiras completas, el chantaje emocional...y finalmente la vorágine de sinsentidos en la que se convierte el inofensivo granito de arena.

Atención al personaje de Geneva, manejado con brillantez por una Winona Ryder poderosa, propietaria del papel más goloso de la función. Es más, posiblemente Geneva sea el rol más deliciosamente antipático y retorcido que la actriz haya encarnado en toda su carrera: sólo hay que observar el tremendo instante en el que ella se cita con Ronny en una cafetería y la malintencionada conversación que tiene con éste, amedrentándole. Respecto al resto de intérpretes, Jennifer Connelly nos regala su estimulante presencia y abrumadora belleza que hacen balance con lo anodino de su personaje o la siempre potente pero fugaz aparición de Queen Latifah.

Así son las cosas; Howard ha rodado una no comedia con diversos aciertos que encuentra el espejo más diáfano en esa dicotomía de la honestidad que en cualquier pie calza y que nos lanza a la cara un terrible dilema: muchas veces es más fácil llegar a la alegre mentira que atravesar el largo y recto camino de la verdad.

NIVEL DE VICIO: 5





martes, 15 de mayo de 2012

CRÍTICA DE "EL CASTOR"

The beaver (2011)
Dirigida por: Jodie Foster
Música: Marcelo Zarvos
Reparto: Mel Gibson, Anton Yelchin, Jodie Foster, Jennifer Lawrence...

Argumento: Un hombre sumido en una profunda depresión encuentra el consuelo y la comprensión en la figura de una marioneta de trapo. Tanto la familia como los compañeros de trabajo tendrán que aceptar al nuevo "amigo" del protagonista.



                                                           PSICOLOGÍA DEL APÉNDICE 
                                                         Por Alejandro Chacón Ruiz.

Hay una etapa en la infancia en la que muchos niños encuentran, en sus propias manos, a los amigos ideales. Hablan con sus manos, y sus manos les responden.
Dentro de ésta introversión se encierra la prehistoria del feedback, de un enriquecimiento unidireccional, un primer paso del autoplacer hacia la consciencia del ser humano.
 
La piel de trapo que enfunda el brazo de Mel Gibson es una extensión mental al servicio del lenguaje cinematográfico. En "El castor", Jodie Foster nos habla de la comunicación más indeleble, aquella que nace de la desesperación, desde las entrañas mismas del abismo que te mira y arrastra, desde el grito que emite la vida cuando tiene vértigo al observar lo profundo que es el mundo. Foster habla de la fragilidad y Gibson traspasa el hilo de títere para ofrecer un recital interpretativo arrebatador y de gran emotividad.
 
Hay un titubeo de focalización de géneros que no funciona del todo bien en la película: el humor negro avanza con paso firme para volcarse en el drama familiar al uso que a su vez se bifurca en cine de adolescentes con ínfulas indies para deslizarse hacia un amago de thriller psicológico que culminará en drama agridulce con happy end de regustillo típico americano. En la variedad está el gusto...y el disgusto.
Llama poderosamente la atención que, dejando a un lado al poderoso Walter Black de Gibson, los personajes más golosos de la función estén repartidos entre unos extraordinarios Anton Yelchin y Jennifer Lawrence, relegando a la hacedora del evento, la propia Foster, el rol más anodino e insulso de todo el conjunto.
 
Y es que algo pasa con Jodie en "El castor"...Tanto en "El pequeño Tate" como en "A casa por vacaciones", la fuerza emanaba de la película en si misma, contagiando a todo su conjunto. Pero en éste caso la fuerza sólo emana desde los actores, fundamentalmente de Gibson quien, sin querer, parece comerse a la propia directora, como si el apéndice dominara al cuerpo...Gibson es el castor, pero Foster es la marioneta.
 
Con todo y con eso, la cinta nos regala momentos para la posteridad, como la demoledora escena en la que la familia de Walter decide abandonarle (atención al rostro de Mel Gibson y la expresión de su mirada mientras le vemos sentado en el porche de la casa...absolutamente conmovedor) o el momento en el que el personaje de Lawrence le regala su graffiti al personaje de Yelchin quien acabará decorando su dormitorio con éste. Y aunque roce la americanada, ojito al discurso final de Jennifer Lawrence durante la graduación...cumple su cometido de anudar la garganta.
 
Y si las emociones acaban emergiendo en algún momento, tal vez hay más aciertos que erratas en "El castor" de Jodie Foster, ya sea por reconociento o empatía hacia dos de las mejores características del ser humano: la redención y el perdón.

NIVEL DE VICIO: 6

 

miércoles, 9 de mayo de 2012

CRÍTICA DE "¿ESTÁS AHÍ?"

¿Estás ahí? (2011)
Dirigida por: Roberto Santiago
Música: Zacarías M. de la Riva
Reparto: Gorka Otxoa, Miren Ibarguren, Carmen Elías, Miguel Rellán...

Argumento: Ana acaba de morir en un accidente de tráfico. Pero su fantasma se niega a romper su relación sentimental con Fran. La atípica pareja tendrá que aprender a convivir bajo un mismo techo y adaptarse a tan peculiar situación.


                                                     HUMOR SIN CUERPO Y SIN ALMA
                                                                       Por Alejandro Chacón Ruiz.

Tanto Gorka Otxoa como Miren Ibarguren han demostrado ser grandes comediantes dentro de la gran pantalla en "Pagafantas" y "Una hora más en Canarias" respectivamente. Nadie puede dudar del talento interpretativo de ambos.
 
En lo nuevo de Roberto Santiago, las virtudes anteriormente citadas se intuyen, pero no se palpan...Haberlas, haylas (esas virtudes) como las meigas...pero no siempre son evidentes. Lo único evidente en esta comedieta de consumo rápido es una desgana absoluta por invocar un humor inteligente, efectivo y no efectista y alejado del recurso ramplón, la mogigatería forzada y el gag físico destartalado.
 
La paupérrima puesta en escena donde campan los personajes de Santiago se aproxima peligrosamente a las tablas de los teatros amateurs (sobrados éstos de mucho más ingenio y frescura) o de los espacios reservados a monologístas...Todo elemento está encorsetado, lamentablemente reducido a ser preso potencial del golpe facilón, la salida tópica o la mueca infinitesimal en la cara más devaluada de éste género.
 
Hay frases sueltas que arrancan sonrisas, gestos puntuales resultones y moderadamente divertidos, pero, ironías de la vida, "¿Estás ahí?" logra introducirse en el ánimo del espectador al merodear por los senderos melancólicos, serénamente nostálgicos que aparecen de forma inesperada en la historia, abriendo esperanzadores paréntesis entre tanta mediocridad: momentos como la secuencia en la que los espíritus de Ana y Claudio observan desde el balcón del apartamento como las casas del barrio y las calles cercanas también poseen otras presencias fantasmales o un instante realmente conseguido y de notable fuerza dramática (mérito de una Miren Ibarguren soberbia), aquel en el que Ana decide "liberar" a Fran de su presencia, para que él se reencuentre con el amor...Tan solo las miradas y la emoción del personaje hablan por sí solas.
 
Volviéndo a su propósito fundamental, el filme no tiene mucho más que añadir. El tratamiento sobrenatural reencarnado en vehículo de chiste barato no logra aportar nada más a lo visto en incontables parodias, comedias o incluso sketches similares pero decididamente más disfrutables.
Y es que a este tipo de películas se las debería dejar descansar en paz, no por respeto a sus hacedores, sino por respeto al público.

NIVEL DE VICIO: 2


CRÍTICA DE "EL INOCENTE"

The Lincoln Lawyer (2011)
Dirigida por: Brad Furman
Música: Cliff Martinez
Reparto: Matthew McConaughey, Marisa Tomei, Ryan Philippe, Josh Lucas, Frances Fisher...

Argumento:  Mickey Haller es el típico abogado que se las sabe todas, acostumbrado a ganar cualquier caso y salir airoso del más enrevesado de los juicios. Pero su intachable carrera dará un vuelco al defender a un rico heredero acusado de violación.



                                                            INOCENCIA  INTERRUMPIDA
                                                                        Por Alejandro Chacón Ruiz.

Existe un halo de cine clásico, de regusto a género negro de antaño en "El inocente" de Brad Furman.
Y no hay evidencias formales, ni personajes maniqueos, ni femme fatales, ni siquiera una narración estructurada para reconocer el cuerpo de ese género puro e inequívoco...Simplemente hay alma, esencia y un espíritu de peso, felizmente omipresente en un formato contemporáneo, atractivo y de vocación palomitera.

No va a asistir el espectador a un speech jurídico-legislativo de coto privado, ni a un   efecto placebo de casi dos horas destinado a derechitos de ayer y hoy...Furman expone a su jurado potencial un caso de cinefagia entretenido, frenético y con una linea convergente hacia la eficacia, la satisfación y la sencillez bienentendida.

"El inocente" camina con firmeza y disposición a través de los recovecos y bifurcaciones de la ley y sus representantes, evidenciando (que no es nuevo) los dobles juegos, las artimañas y las múltiples caras de la corrupción, esa pandemia que deconstruye cualquier sistema, entidad o valor humano.

En éste sentido, el realizador deposita en el abogado Haller esa dicotomía entre el deber y el triunfo, potenciada por una inocencia interrumpida desde ese tren desbocado que es la verdad más terminal, aquella que pone en tela de juicio a la persona frente a su profesión...y entiéndase aquí profesión no como vocación sino como arca de poder. Frente a la situación establecida hayamos el golpe de gracia de ese taleno interpretativo de McConaughey, mucho más maduro que aquel Jake Brigance de "Tiempo de Matar".

Acompañando al protagonista, vamos descubriendo un plantel de secundarios sólidos y de indiscutible talento como Marisa Tomei, William H. Macy, Frances Fisher, John Legizamo, Michael Paré, Josh Lucas e incluso un decentito Ryan Philippe que refuerzan la globalidad de la propuesta.

Tal vez hay un desatino profundamente tópico e innecesario en la resolución del tercer acto y una profusión abusiva de final múltiple en su autocomplaciente epílogo, pero sería injusto arrastrar a todo un conjunto notable y perfectamente equilibrado dentro de una turbina mínima de descalabro narrativo. 
No perdamos el juicio.

NIVEL DE VICIO: 7'5