martes, 10 de abril de 2012

CRÍTICA DE "NUNCA ME ABANDONES"

Never let me go (2010)
Dirigida por: Mark Romanek
Música: Rachel Portman
Reparto: Andrew Garfield, Carey Mulligan, Keira Knightley, Sally Hawkins, Charlotte Rampling...

Argumento: Tres muchachos pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés donde nada es lo que parece. El ambiente idílico del lugar les depara un futuro cruel e inquietante y la única salida posible reside en sus propios corazones.


                                                             DONANDO  SENTIMIENTOS
                                                                        Por Alejandro Chacón Ruiz.


Pocas cosas pueden resultar tan estremecedoras como el descubrir que tu vida ya está proyectada desde el minuto cero. Alguien ha delimitado tu futuro hasta el punto que tú mismo debes reconstruir tu propio corazón...Y no el corazón que late, sino el que siente y piensa. El que tiene sus puntos cardinales entre el cerebro y los genitales.

Mark Romanek plasma en un cuento presuntamente luminoso y tierno ese poso trágico y casi psicotrónico (impulsado por la literatura de Kazuo Ishiguro, como es obvio) en el que unos niños descubren mucho antes el destino de sus sentimientos que la finalidad de sus propios organismos.

Añadiendo cucharaditas de "L'ecole" de Lucile Hadzihalilovic y leves esencias del John Irvin y su "Despertar del Amor", el realizador ilumina con energía y musicaliza (maravillosa Rachel Portman) grácilmente toda una antesala entrañable, idílica telonera de una adolescencia terminal repleta de interiores amputados y exteriores forzados al deseo y resignados al desamor.

"Nunca me abandones" posee una armonía decadente que la convierte en un filme de ficción honesto, peligrosamente sutíl y cercano, capaz de esparcir un terror tan silente que parece dulce, como si de un afilado juguete se tratara.

Mención aparte merecen los aun desconocidos intérpretes que representan la niñez de Mulligan, Garfield y Knightley, en una ejecución de personajes emotiva, de naturalidad pasmosa e infinitamente superior a las sus réplicas adultas y estelares (exceptuando a una soberbia Carey Mulligan, capaz de acongojar al más curtido).

Definitivamente, un relato sobre la donación de sentimientos y la clonación de esas piedras del camino con las que el ser humano está condenado a tropezar hoy, mañana y siempre.

NIVEL DE VICIO: 8

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