martes, 15 de mayo de 2012

CRÍTICA DE "EL CASTOR"

The beaver (2011)
Dirigida por: Jodie Foster
Música: Marcelo Zarvos
Reparto: Mel Gibson, Anton Yelchin, Jodie Foster, Jennifer Lawrence...

Argumento: Un hombre sumido en una profunda depresión encuentra el consuelo y la comprensión en la figura de una marioneta de trapo. Tanto la familia como los compañeros de trabajo tendrán que aceptar al nuevo "amigo" del protagonista.



                                                           PSICOLOGÍA DEL APÉNDICE 
                                                         Por Alejandro Chacón Ruiz.

Hay una etapa en la infancia en la que muchos niños encuentran, en sus propias manos, a los amigos ideales. Hablan con sus manos, y sus manos les responden.
Dentro de ésta introversión se encierra la prehistoria del feedback, de un enriquecimiento unidireccional, un primer paso del autoplacer hacia la consciencia del ser humano.
 
La piel de trapo que enfunda el brazo de Mel Gibson es una extensión mental al servicio del lenguaje cinematográfico. En "El castor", Jodie Foster nos habla de la comunicación más indeleble, aquella que nace de la desesperación, desde las entrañas mismas del abismo que te mira y arrastra, desde el grito que emite la vida cuando tiene vértigo al observar lo profundo que es el mundo. Foster habla de la fragilidad y Gibson traspasa el hilo de títere para ofrecer un recital interpretativo arrebatador y de gran emotividad.
 
Hay un titubeo de focalización de géneros que no funciona del todo bien en la película: el humor negro avanza con paso firme para volcarse en el drama familiar al uso que a su vez se bifurca en cine de adolescentes con ínfulas indies para deslizarse hacia un amago de thriller psicológico que culminará en drama agridulce con happy end de regustillo típico americano. En la variedad está el gusto...y el disgusto.
Llama poderosamente la atención que, dejando a un lado al poderoso Walter Black de Gibson, los personajes más golosos de la función estén repartidos entre unos extraordinarios Anton Yelchin y Jennifer Lawrence, relegando a la hacedora del evento, la propia Foster, el rol más anodino e insulso de todo el conjunto.
 
Y es que algo pasa con Jodie en "El castor"...Tanto en "El pequeño Tate" como en "A casa por vacaciones", la fuerza emanaba de la película en si misma, contagiando a todo su conjunto. Pero en éste caso la fuerza sólo emana desde los actores, fundamentalmente de Gibson quien, sin querer, parece comerse a la propia directora, como si el apéndice dominara al cuerpo...Gibson es el castor, pero Foster es la marioneta.
 
Con todo y con eso, la cinta nos regala momentos para la posteridad, como la demoledora escena en la que la familia de Walter decide abandonarle (atención al rostro de Mel Gibson y la expresión de su mirada mientras le vemos sentado en el porche de la casa...absolutamente conmovedor) o el momento en el que el personaje de Lawrence le regala su graffiti al personaje de Yelchin quien acabará decorando su dormitorio con éste. Y aunque roce la americanada, ojito al discurso final de Jennifer Lawrence durante la graduación...cumple su cometido de anudar la garganta.
 
Y si las emociones acaban emergiendo en algún momento, tal vez hay más aciertos que erratas en "El castor" de Jodie Foster, ya sea por reconociento o empatía hacia dos de las mejores características del ser humano: la redención y el perdón.

NIVEL DE VICIO: 6

 

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